lunes, 23 de mayo de 2011

Las frases y los comentarios siempre estan hechos de palabras.

Durante nuestra vida hemos escuchado, leído frases o recibido comentarios que ya hasta nos parecen trillados, pero sin duda siguen estando presentes en nuestro andar diario, aquí unos ejemplos:

"Nunca te arrepientas de lo que hiciste".  Generalmente, cuando se trabaja en un contexto de motivación o superación personal, te indica que ninguno de tus actos pasados estuvieron mal hechos, que solo se debe aprender de los errores para no volver a cometerlos, que es ahí en donde radica el verdadero sentido de la mejora, el aprendizaje y la superación.  Por otro lado, existen situaciones en las que se nos ha dicho: "Arrepiéntete de lo que has dicho/hecho!", en un contexto en el cual nuestra acción (independientemente de ésta) es presentada como un acto imperdonable e incorregible que pasará a la historia en las páginas negras de la existencia humana.

Cuando alguien pierde a un ser amado, lo primero que se observa en un velorio son las muestras de solidaridad hacia los familiares, con el fin de aliviar un poco el dolor.  Generalmente se busca que los familiares no lloren o no sufran tanto y se recurre a frases como: "Ya está en un lugar mejor" o "finalmente descansa" o "resignación". Por otro lado, si los familiares han aceptado la partida de su ser querido con madurez y deciden no llorar porque están en paz, etcétera, entonces escucharemos frases como: "Que feos, ninguno de sus familiares lloró..." o "No sé, estaban muy quitados de la pena".

Podemos escuchar frases motivadoras como: "¡Tú puedes conseguir todo lo que te propongas, solo ten fe en ti, cree en los imposible!", para luego recibir comentarios como: "Pero hay que ser realistas y tener los pies en la tierra", cuando no conseguimos lo que buscábamos y nos sentimos fracasados.

Si en algún momento de nuestras vidas no nos sentimos contentos en nuestro empleo alguien nos pudiera decir: "No es bueno estar en un lugar donde no estás a gusto, donde tu trabajo te frustra.  Renuncia y busca tu reto, busca lo que te haga vivir y sentir bien".  Y justo cuando estas a punto de hablar con tu jefe alguien te dice: "No puedes renunciar, el trabajo es trabajo y además es sagrado, agradece que tienes uno".

Cuando estas saliendo con una nueva persona hay frases como: "Sé detallista, ábrele la puerta, llévala a cenar a tal lugar, llévala de paseo, etc." y todo para luego recibir  un comentario como: "Es que no eres auténtico, así no eres tú y la acostumbraste a algo que ahora no le puedes dar…" cuando ya tronó la relación.

Hemos escuchado y leído frases como: “Los niños deben viajar en el asiento de atrás y siempre con el cinturón de seguridad puesto”, “No lleve a los niños en sus brazos cuando vayan en un vehículo”, pero también hemos escuchado frases como: “Mi hijo,  ¿Por qué a mi Dios mío?” de la madre o el padre que hicieron caso omiso a las advertencias.

Cuando una persona está viva podemos escuchar frases como: “Es un drogadicto, pedófilo, homosexual, satánico, etc.” Pero, curiosamente cuando ésta persona fallece es normal escuchar frases como: “Era una gran persona y nos deja un gran vacío, era un ejemplo y siempre ayudaba a la gente, no le hacía mal a nadie”

Cuando hay balaceras, generalmente terminan con personas muertas en alguno de los bandos y hemos escuchado: “Lo bueno es que se están matando entre ellos” o “¡Qué mala onda que mataron a una persona inocente que le tocó estar en el lugar equivocado en el momento equivocado!” o “Bueno, quien sabe si era inocente a lo mejor también andaba en eso” y seguimos nuestra vida.  También de manera curiosa esta percepción cambia cuando el lugar de los hechos representa algo para nosotros o la persona resulta ser alguien conocido, aquí escuchamos frases como: “¡Ya basta de violencia! ¿Hasta cuándo?” o “¡No más inocentes!”.

Sabemos que la gente siempre va a hablar,  bien o mal y esto es un hecho, sin embargo nosotros también somos gente y nosotros también hablamos.  Quienes tenemos el don de poder hablar tenemos una gran responsabilidad.  Nuestras palabras pueden llegar a ser instrumentos con mucha fuerza, capaces de salvar o destruir a otras personas muchas veces sin que nos demos cuenta, aunque en algunas personas la intención es clara: dañar.

“No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti”, “Con la vara que midas serás medido”.